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Vol. 75. Núm. 3.
Páginas 209-210 (Septiembre 2011)
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¿Por qué los padres no vacunan a sus hijos? Reflexiones tras un brote de sarampión en un barrio de Granada
Why don’t parents vaccinate their children? Reflections on a measles outbreak in a neighbourhood of Granada
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M. Martínez Romeroa,
Autor para correspondencia
, S. Martínez Dizb, F. García Iglesiasb
a Centro de Salud Albayzín, Granada, España
b Servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública, Hospital Virgen de las Nieves, Granada, España
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Sr. Editor:

En octubre de 2010 se inició un brote de sarampión en el barrio del Albayzín, en Granada1. El virus del sarampión se introdujo en la celebración de una boda, a la que acudió un adulto enfermo en fase pre-eruptiva, procedente de Mallorca. El virus se extendió rápidamente, pues la cobertura vacunal en el barrio es baja. Inicialmente, la transmisión ocurrió sobre todo a nivel escolar, y posteriormente, en servicios sanitarios, alcanzando otros barrios de Granada y municipios de la provincia. A 30 de marzo de 2011 hay confirmados 180 casos, pero hay más que no han sido declarados, pues muchos padres no han acudido al centro de salud ni han colaborado con la investigación.

En el Albayzín hay un importante sector de la población con un estilo de vida que podemos llamar alternativo o naturista. Ante los problemas de salud, optan por medicinas alternativas, y muchos no han solicitado asistencia en nuestro sistema sanitario. En general, tienen posturas en contra de las vacunas, los antibióticos, los corticoides, etc. Por eso, en el barrio hay colegios con bajas coberturas vacunales, en uno de ellos del 60% para la triple vírica; es donde hubo mayor propagación del virus y a partir de ahora lo llamaremos colegio A.

Ante esta realidad, los pediatras nos preguntamos: ¿por qué los padres no vacunan a sus hijos? El rechazo a las vacunas ha sido objeto de numerosos estudios en EE. UU.2, donde se han realizado encuestas a padres sobre su postura frente a las vacunas y más recientemente en Europa3. En España, empieza a recibir atención, aunque todavía no hay estudios que cuantifiquen y analicen el problema4.

En nuestro barrio hay dos sectores bien diferenciados que no vacunan a sus hijos. En el primero, de población de bajo nivel socioeconómico, el motivo es el descuido. Este sector es fácilmente abordable, pues al insistir en la importancia de la vacunación acceden a ella. El segundo está constituido por población de nivel económico medio o alto, con buena formación académica, y que rechazan las vacunas con un profundo convencimiento, tras haberse informado y reflexionar sobre el tema. Por diversas razones llegan a esta postura, como el deseo de una crianza natural, la influencia de médicos homeópatas en contra de las vacunas5 o la información disponible en Internet en páginas como la de la «Liga para la libertad de vacunación»6,7. Creen que las vacunas son innecesarias y/o dañinas. Tienen miedo a los efectos secundarios; muchos piensan que la triple vírica produce autismo, que todas las vacunas contienen mercurio con efectos perjudiciales, o simplemente argumentan «las vacunas a la larga dan problemas», sin especificar de qué tipo. Por otro lado, se percibe la enfermedad, en este caso el sarampión, como algo banal, o piensan que son enfermedades que ya apenas existen y confían en el efecto rebaño al estar inmunizada la mayoría de la población. Además, argumentan que las vacunas se han implantado a pesar de ser inútiles o peligrosas porque el sistema capitalista defiende los intereses económicos de las compañías farmacéuticas.

Más interesante sería poder responder a la pregunta: ¿qué podemos hacer para que estos padres acepten las vacunas? Inicialmente, convocamos reuniones informativas en el colegio A, pero sólo acudieron los padres a favor de las vacunas. En la consulta hemos hablado mucho con los padres de filosofía antivacuna, pero su convencimiento es firme y difícil de cambiar. Se enviaron varias cartas y un burofax a los padres de niños no vacunados, tras lo cual accedieron a la vacunación los de postura menos rígida. Finalmente, se recurrió a una medida judicial, pues las vacunas pueden hacerse obligatorias en caso de que exista peligro para la salud pública. El 24 de noviembre se dictó la orden judicial de vacunar de triple vírica a los 35 niños del colegio A que no demostraran haber sido vacunados ni haber pasado el sarampión. Solamente 8 niños no inmunes quedaron sin vacunar. Pero el problema de fondo sigue estando presente.

En resumen, insistimos en que la filosofía antivacunas es una realidad que se debe tener en cuenta, y debemos pensar en estrategias para abordarla8. Desde la consulta de pediatría, tenemos que conocer bien los argumentos del movimiento antivacunas y ser capaces de dialogar para ir dando información científica que derribe los mitos y las falsas creencias9. En el año 2002, la Organización Mundial de la Salud adoptó una resolución para eliminar el sarampión y la rubéola en la Región Europea en el 2010, y recientemente una nueva resolución ha aplazado este objetivo al 201510. A pesar de los planes de eliminación, todavía se registran en Europa brotes de sarampión11,12, en muchos de los cuales el origen está en que hay sectores de población susceptibles por rechazo ideológico a las vacunas.

Bibliografía
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