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Vol. 68. Núm. 5.
Páginas 534-536 (Mayo 2008)
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Perihepatitis en adolescente sexualmente activa
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V. Bonil Martíneza,
Autor para correspondencia
vbonil@yahoo.es

Dra. V. Bonil Martínez. Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron. Luis Vives, 34, 3-1. 08206 Sabadell. Barcelona.
, S. Guindos Ruab, F. Coll Usandizagaa, E. Vila Escudéc, C. Marhuenda Irastorzab
a Servicio de Pediatría, Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron. Barcelona. España
b Servicio de Cirugía Pediátrica, Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron. Barcelona. España
c Servicio de Ginecología. Hospital Materno-Infantil Vall d’Hebron. Barcelona. España
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La enfermedad inflamatoria pélvica (EIP) es una infección aguda del tracto genital superior femenino que afecta a mujeres sexualmente activas con múltiples compañeros sexuales que no utilizan métodos anticonceptivos de barrera1. Suele presentarse en forma de dolor abdominal bajo aunque abarca un amplio espectro clínico y puede cursar asintomáticamente. Presentamos el caso de una adolescente diagnosticada casualmente de EIP durante el estudio de una masa pélvica.

Mujer de 15 años que consulta por dolor abdominal continuo en flanco derecho de 3 días de evolución. No presenta fiebre ni refiere alteraciones del ciclo menstrual ni flujo vaginal. Es alérgica a la penicilina y tuvo la menarquia a los 12 años. Es sexualmente activa con diferentes compañeros sexuales, sin utilizar métodos anticonceptivos de barrera.

En la exploración física se palpa una masa de consistencia elástica de aproximadamente 7 × 8cm de diámetro.

En la analítica sanguínea destaca hemoglobina: 12g/dl; leucocitos: 7.400/μl; plaquetas: 239.000/μl y proteína C reactiva (PCR): 0,47mg/dl. Ionograma, coagulación, función hepática y renal son normales. El sedimento de orina y el test de embarazo, negativos.

Se realiza ecografía abdominal, que muestra una tumoración quística con múltiples tabiques en región paravesical derecha, sin líquido libre ni otros hallazgos patológicos.

Ingresa para estudio; se le practica resonancia magnética (RM) pélvica, en la que se aprecia una lesión quística de aproximadamente 10cm de diámetro de origen anexial derecho, sugestiva de cistoadenoma ovárico.

Se completa el estudio con la determinación de hormonas sexuales (LH, FSH, testosterona, estrógenos) y marcadores tumorales (beta-HCG, alfafetoproteína), que resultan normales.

Se programa intervención por vía laparoscópica, y se halla tumoración de gran tamaño en el ovario derecho que ocupa toda la cavidad pélvica y que destruye la práctica totalidad de tejido ovárico normal. Se realiza ooforectomía derecha. El informe anatomopatológico de la muestra ovárica confirma el diagnóstico de cistoadenoma mucinoso ovárico.

La intervención, además, evidencia la existencia de una peritonitis generalizada, más evidente en la pelvis, con tumefacción de las trompas de Falopio y múltiples adherencias perihepáticas “en cuerda de violín” (síndrome Fitz-Hugh-Curtis) (fig.1). De esta forma, la laparoscopia nos proporciona el diagnóstico de una EIP.

Figura1.

Múltiples adherencias entre cápsula hepática y peritoneo parietal anterior.

(0,11MB).

La EIP está causada por el ascenso desde el cérvix de microorganismos de transmisión sexual, en especial Neisseria gonorrhoeae y Chlamydia trachomatis. Incluye una combinación de trastornos inflamatorios tales como endometritis, salpingitis, absceso tubo-ovárico y peritonitis pélvica2.

En España, según datos de 1995 recogidos por la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) se estimó una incidencia de 3.000 casos anuales, el 2 % de los cuales afectaba a mujeres de entre 15 y 24 años3.

El diagnóstico de la EIP aguda es fundamentalmente clínico. Se basa en la aparición de dolor abdominal bajo que aumenta con la movilización del cérvix o dolor anexial o uterino al realizar el tacto vaginal en mujeres sexualmente activas con factores de riesgo de enfermedades de transmisión sexual (ETS). Estos criterios son suficientes para iniciar tratamiento antibiótico empírico, y el resto de datos de laboratorio y microbiológicos se consideran adicionales para apoyar el diagnóstico. Consecuentemente, las técnicas de imagen no son necesarias para el diagnóstico de EIP y sólo deben utilizarse en casos dudosos o si hay sospecha de complicaciones3,4.

Entre las complicaciones a corto plazo se encuentran la perihepatitis o inflamación de la cápsula hepática (síndrome de Fitz-Hugh-Curtis), que crea unas adherencias típicas, descritas como “en cuerda de violín”3 y el absceso tuboovárico. A largo plazo puede producir infertilidad, embarazo ectópico, dolor pélvico crónico, aumento de nacimientos pretérmino y morbilidad maternofetal, así como complicaciones neonatales.

La paciente presentaba una forma de EIP cronificada y organizada que había pasado inadvertida hasta el momento, y que finalmente fue un diagnóstico casual. Ello explicaría la ausencia de fiebre y de reactantes de fase aguda. Podemos encontrar fiebre y leucocitosis en más del 50 % de los casos y puede detectarse un aumento de la velocidad de sedimentación globular (VSG) y de la PCR en más del 70 % de pacientes con EIP aguda5.

Se indicó tratamiento con clindamicina y gentamicina intravenosas durante 24h, que se completaría posteriormente con 14 días de clindamicina por vía oral3. Presentó un posoperatorio sin complicaciones y un curso evolutivo posterior satisfactorio.

El hecho de presentarse frecuentemente con síntomas leves o subagudos dificulta o retrasa su diagnóstico contribuyendo a la potencial aparición de secuelas inflamatorias del tracto reproductor6.

Es recomendable que el pediatra que trate con la población adolescente tenga una actitud diagnóstica y terapéutica activa frente a la EIP para evitar la potencial morbilidad de dicha enfermedad.

BIBLIOGRAFÍA
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