Las bacterias multirresistentes constituyen un problema sanitario por la limitación de las alternativas terapéuticas, su capacidad de diseminación epidémica a partir de pacientes colonizados y su posible transferencia horizontal, incluyendo la aparición de brotes. La Sociedad Española de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas publicó en 2007 un documento, actualizado en 2015, sobre cultivos de vigilancia de multirresistentes de interés nosocomial1,2. Cada centro establece estrategias de búsqueda activa de colonización por multirresistentes adaptadas a sus características epidemiológicas, si bien existe un esquema general de actuación3. La baja tasa de Enterococcus spp. resistente a vancomicina (ERV) en España y no haberse aislado cepas con este fenotipo en nuestro centro determinó su exclusión de nuestro protocolo inicial de vigilancia. Datos del European Antimicrobial Resistance Surveillance Network (EARS-Net) de 2014 mostraban un 7,9% (IC 95%: 6-11%) de resistencia a vancomicina en Enterococcus faecium invasivos con un incremento significativo durante 2011-2014. En España esa tasa era del 2,4% (IC 95%: 1-4%), sin cambios significativos durante 2011-20144. Estos datos hacen referencia a Enterococcus faecium porque en esta especie la resistencia a glucopéptidos se suma a la resistencia de alto nivel a β-lactámicos (infrecuente en Enterococcus faecalis) condicionando aún más las alternativas terapéuticas. El objetivo de este trabajo es mostrar una acción correctora sobre nuestro protocolo tras el aislamiento de las primeras cepas de ERV. La detección de estas cepas se realizó mediante cultivo de exudado rectal en medio cromogénico (BrillianceTM VRE Agar, Oxoid) y la confirmación de su identidad y sensibilidad antibiótica mediante microdilución (Vitek®2 Compact, bioMeriéux) y E-test (E-test®, Oxoid). Los ERV responsables de infección o implicados en sospecha de diseminación se remitieron al Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) para caracterización genotípica y estudio de epidemiología molecular. Durante 2007-junio 2018, sucedieron 109 bacteriemias por Enterococcus spp. en el Hospital Infantil Niño Jesús de Madrid, en 102 pacientes. Dos Enterococcus faecium (2017) presentaron resistencia a vancomicina (fenotipo vanA). Estos aislamientos difirieron en 9 días y correspondieron a inmunodeprimidos ingresados en la misma estancia. La concentración mínima inhibitoria (CMI) de teicoplanina fue 32 y 64mg/l, y de daptomicina 2 y 4mg/l, respectivamente, siendo la CMI vancomicina >256mg/l para ambos. Su perfil genético fue idéntico. La búsqueda activa de ERV hasta junio 2018 detectó 8 colonizaciones (7 pacientes oncológicos y uno con hidrocefalia en UCIP). Tres colonizaciones fueron detectadas 8, 16 y 17 días después del primer caso de bacteriemia por ERV en pacientes oncológicos ubicados en la misma sala que aquellos con bacteriemia por ERV. Una cepa presentó un perfil genéticamente relacionado con el de los aislados causantes de bacteriemia, resultando el perfil de otra probablemente también relacionado. Tras la inclusión de ERV en la vigilancia activa, la tasa de colonización por ERV fue del 1% (abril 2017-junio 2018). No hubo otro brote, ni colonizaciones desde febrero 2018. La magnitud del fenómeno de la multirresistencia ha dirigido los esfuerzos de las principales instituciones a su contención mediante detección precoz del estado de portador5. Por ello en nuestro centro, el laboratorio de microbiología incorporó en 2014 la vigilancia sistemática de aquellos microorganismos de mayor impacto clínico/epidemiológico (Staphylococcus aureus resistente a meticilina y enterobacterias productoras de β-lactamasas de espectro extendido y/o carbapenemasas)3 en pacientes con presunción de ingreso prolongado y/o riesgo de colonización por exposición prolongada a antimicrobianos de amplio espectro, presencia de dispositivos médicos (sondajes, catéteres,…) o inmunosupresión. Los pacientes diana fueron oncohematológicos y los ingresados en cuidados intensivos pediátricos6. El aislamiento de las 2 primeras cepas de ERV obligó a modificar nuestro esquema de vigilancia incluyéndolos. Este nuevo planteamiento permitió no solo detectar colonización por EVR, sino también su transmisión. Al no disponer de tasas locales de colonización por este fenotipo no pudo conocerse si el origen de dicha transmisión eran las cepas responsables de bacteriemia, las detectadas al poco tiempo tras la modificación del protocolo o incluso las procedentes de otros pacientes colonizados cuyo estado de portador se desconocería al no haberse aplicado en ellos el protocolo corregido. Esto hace más relevante la corrección introducida pues, aunque los datos del EARS-Net y nuestra experiencia sugerían una tasa local de ERV poco relevante, lo cierto es que se desconocía el estado basal de la población atendida en términos de colonización por ERV. Tras la corrección realizada, conocemos con certeza que esta tasa es baja, aunque debe interpretarse a la luz de la eficacia de las medidas de contención instauradas. El trabajo enfatiza la importancia de esta vigilancia de multirresistentes, incluso de aquellos con una baja tasa de resistencia local, para responder con eficiencia a su diseminación o eventuales brotes.
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